sábado, 1 de diciembre de 2007

El SIDA en Chile













Los esfuerzos para la prevención en nuestro país se orientan a lograr la internalización de hábitos que evitan las prácticas sexuales riesgosas. Esta es una tarea para nada fácil, puesto que "del dicho al hecho, hay un gran trecho".

El primer caso de Sida que se registró en Chile fue en 1984. Eran tiempos en que nuestra sociedad sabía poco sobre esta enfermedad, sus vías de contagio, sus efectos y las posibilidades de tratamiento. Por esos años se vinculaba la presencia de este virus casi exclusivamente con los homosexuales y no se hablaba, como se hace en la actualidad, de la posibilidad de prácticas de riesgo existentes en toda persona.

Y es que desde 1984 hasta hoy han habido avances sustantivos en la forma de abordar el tema. Sin duda, han sido consecuencia del progresivo aumento de infectados en el mundo, que según cifras de ONUSIDA ya alcanzan a 34 millones de personas, pero también de los mayores niveles de información que se manejan con respecto a la enfermedad.

En Chile los esfuerzos por concientizar a la población se dieron con mayor fuerza desde que el problema fue abordado a través de un organismo público creado en 1990: la Comisión Nacional de Sida (Conasida).

Y aunque hoy ese proceso se ha logrado con gran efectividad, aún hay que dirigir más esfuerzos a la parte más difícil: integrar la información y llevarla a la práctica. Dicho en lenguaje cotidiano, lo que falta es "pasar del dicho al hecho", ya que muchos pueden dar un dis curso acerca de las variables de la enfermedad, pero mantener conductas igualmente riesgosas.

En palabras de Silva, las personas deben reconocer sus conductas individuales como posibles riesgos de contraer el virus. Por ello, los esfuerzos actuales apuntan en ese sentido: luchar contra el típico pensamiento de que "a mí no me puede pasar algo así".


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